sábado, 14 de febrero de 2009

Black&Gold.

I love Sam Sparro.
'nuff said.

Emily.

Oh, Emily!...si tuviera un dolar, por la cantidad de corazónes que rompes,
cada vez que suspiras, probablemente ya sería rica...

Tu locura y tu misterio,
nunca opacaría tu belleza, esa belleza tuya, que quema como el sol...y que
aun sabiendo que podría quemarnos las retinas, no dejamos de mirarte.

viernes, 13 de febrero de 2009

Aline...

Ella debió admitirlo.
Era adicta a las drogas...creía que yo no lo sabía, que no me daba cuenta, pero estaba en un error. 
Y la vi caer...tan delicadamente, tan suavemente...era como un ángel que caía de la mismísima gracia del señor. Tan bonita a su manera, tan llena de defectos, y con un puñado de virtudes. Virtudes, que se esfumaban cuando inhalaba cocaína barata...la perfección de la que tanto hago alarde, se disminuía increíblemente, dándole paso a otra mujer, que muchas veces conocí, y que nunca me gustó. Hablaba sobre un montón de cosas vanas, bailaba sin gracia alguna por el gran salón, y se tambaleaba mientras tomaba de la boquilla de aquella botella de Vodka, para después, estrellarla contra la pared, y tirarse sobre los vidrios rotos, y se revolcaba en ellos, como quien lo hace plácidamente sobre la bella arena de cualquier playa virgen...y la veía llorar. No sé de que lloraba, no sé si lloraba por el dolor que le causaba cada vidrio que se encajaba en su piel de porcelana, o si lo hacía por aquellas penas que nunca me quiso contar. Probablemente, era una mezcla de las dos cosas. Luego, después de un rato, se paraba, y se dirigía a la ventana, a insultar a cualquiera que pudiera pasar. Les decía nombres, y les gritaba como si ya los conociera a todos. Profería gritos, maldiciones, y una que otra canción mal entonada, pero que aún así, sonaba angelical en su voz. 

No tengo remedio...¿Porque encontrarle tanta perfección a esa mujer rota? Tan ensimismada, tan egoísta, tan fuera de sí...tan divina, y tan infame. Cuando me miraba con sus ojos negros, y tocaba mi rostro con sus dos manos, sabía que no estaba sola. Ella siempre iba estar ahí, drogada o no, fuera de sí o en sus cabales...alcoholizada o en su juicio. Y al mismo tiempo, me daba cuenta de que por mucho que intentara dejarla, yo estaría ahí...como siempre, secándole las lágrimas, curando sus heridas auto-inflingidas, dándole ánimo, cariño, y algo de esperanza. Nos acompañabamos en aquella ciudad que te comía por dentro, y después, te lanzaba a las bestias. 

Al menos, creo que sabíamos que si la fatalidad nos alcanzaba, vendría por nosotros juntas, por las buenas, o a la fuerza. Ella sabía lo mucho que odiaba decir adiós, y lo mucho que me encantaba desaparecer de las vidas de los demás sin dejar rastro, lo sé, porque ella lo hacía también...eramos fugitivas de nuestro propio destino, huíamos de las relaciones, y amabamos nuestra libertad. Libertad que se coartaba, en cuanto a nosotros se refería, porque éramos esclavas una de la otra, y no nos quejabamos. Después de todo, esa era la vida que habíamos escogido desde el momento en que nos vimos por primera vez en aquél lugar tan lúgubre a las afueras de París. Nuestros ojos lo dijeron todo...ibamos a estar juntas, hasta la eternidad.

So, this is it...

Nunca he sido buena para las despedidas, mucho menos para los comienzos y bienvenidas...
pero aquí estoy. Gastando más espacio en la red.


Como si a alguien le importara...